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Todo comenzó en 8vo grado, cuando tenía 13 años y era una joven que había cambiado súbitamente de escuela. Con ese cambio repentino, sabía que tenía que adaptarme, pues ahora me tocaba convivir con nuevos compañeros y profesores. Además de adaptarme a otro horario y a una zona diferente, pasando de estudiar en la mañana en una escuela de mi barrio, a estudiar en tanda extendida en una ciudad.
Tenía una profesora llamada Altagracia, era mi maestra de Lengua Española, una mujer muy estricta y exigente que insistía mucho con el cuidado de la ortografía y la caligrafía.
Aun así, le guardaba respeto por ser paciente conmigo, una niña que apenas estaba adaptándose al cambio.
Un día ella nos asignó redactar un informe de lectura bastante extenso y detallado, acerca del libro de autoayuda: El Caballero De La Armadura Oxidada. – Nunca había oído de ese libro, porque no me molestaba mucho en buscar libros, pero eso si, la asignación no me resultó inesperada, aunque no tenía ánimos de hacer algo así -.
Apenas puso la asignación, me decidí buscar el libro, solo porque cuanto antes acabara con ese libro, mucho mejor.
Cuando lo tuve entre mis manos, empecé a leer. No era un libro largo, solo por tener pocos capítulos y páginas, sino porque cada página que leía pasaba volando como las alas de los colibríes.
En más de un instante, cuando detenía mi lectura, me cuestioné: – ¿Esto es porque estoy desesperada por acabarlo, o genuinamente encontré el libro que me enseñó a amar la lectura y no a verlo simplemente como una obligación? -.
Mi hermana mayor solía ser insistente con sus libros, entre ella y mi mamá intentaban meter en mi vida ese hábito de lectura. Mi hermana porque ella misma era una lectora compulsiva, y mi mamá porque ella percibía la lectura como un acto de aprendizaje y autodesarrollo.
Yo pensaba que exageraban con esas formas de pensar. Sin embargo, lograron darme una cachetada sin manos.
Cuando acabé con ese libro y entregué mi informe – por cierto, fue de los mejores de la clase -, me propuse a buscar más y más.
Al principio era uno por mes, hasta que fueron aumentando a dos, luego a tres y contando. En los libros descubrí otros mundos y otras formas de percibir la realidad.
En otras palabras, con los libros, me redescubrí a mi misma.
Buenas, me llamo Amelia Pérez, soy estudiante de Publicidad en la Universidad APEC. Decidí esta carrera porque deseo ayudar a negocios en desarrollo a encontrar su camino y prosperar.