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El libro es como una película, relata los prejuicios, la profanación del sexo y la misma prostitución, el amor. La delgada línea que separa al placer y el hecho de tener un orgasmo. Las luchas constantes de la juventud por salir adelante, ya sea en lo correcto o no. Tratando de sobrevivir en una sociedad que no pertenece a la propia y subsistiendo en un mundo que no les es correspondido y aún así, intentar adaptarse a sus errores y aprender cada día de lo bueno que le brinda ese mundo paralelo a lo que desconocía.
Saliendo de ello algo grandioso, como el simple hecho de conocerse así misma, de implementar sucesos que no tenía al tanto, de convivir con sus miedos y agonías y, al punto del borde, decidirse entre irse o quedarse. Tomar la decisión de enfrentar el amor que consumió su presente y sabía que consumiría su futuro o, simplemente dejar aquello atrás, para convertirse en otra mujer, de la cual contaría cada experiencia guardada. Recordando una sociedad que le brindó más que una prostitución, más que un éxtasis sin control, contemplando ese mundo como un hombre con cabello blanco, ojos celestes y cuerpo alto formado.
Reconociendo que once minutos, no es sólo un momento de placer, sino un instante que consume tu cuerpo y alma con la persona correcta, embriaga tus rincones de la misma forma en que el estrés nos consume. Los minutos se convierten en horas, días… valiéndose por sí mismo y amedrentando entre cada uno de nosotros, para recordarnos que no es una simple una rutina, sino un juego de salidas y toques esenciales, que provocan dicha esencia en cada par de cuerpos.
El libro es por mucho, uno de los mejores libros para leer sobre novela y conocer las relaciones amorosa desde el punto de vista de una prostituta.