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Daniel Goleman revoluciona los conceptos ya conocidos de inteligencia, afirmando que existe una que es mucho más efectiva que el coeficiente intelectual. La inteligencia emocional nos permite ver que estamos frente a situaciones emocionales (ya sean positivas o negativas), nos ayuda a comprenderlas y a lidiar con ellas y enfrentarnos de ser necesario. Esta habilidad es la que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre la felicidad y la desdicha.
La inteligencia emocional puede definirse como un conjunto específico de aptitudes que se hallan implícitas dentro de las capacidades abarcadas por la inteligencia social.
La inteligencia emocional de Daniel Goleman es una tesis increíble del potencial que puede desplegar una persona si desarrolla su inteligencia emocional. Sí, la inteligencia emocional se puede aprender, he allí la belleza de todo esto. Goleman nos presenta diferentes ejemplos de situaciones en las que claramente puede verse la efectividad de la inteligencia emocional, y además brinda los pasos a seguir, por así decirlo, para lograr ese aprendizaje.
El libro se presenta de una manera complicada en su principio, dado que el primer capítulo trata de cómo funciona el cerebro del hombre.
El libro demuestra cómo la inteligencia emocional puede ser fomentada y fortalecida en todos nosotros, y cómo la falta de la misma puede influir en el intelecto o arruinar una carrera.
La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo personal.
En un lenguaje claro y accesible, Goleman presenta una teoría revolucionaria que ha hecho tambalear los conceptos clásicos de la psicología, que daban prioridad al intelecto.
En “Inteligencia Emocional”, Daniel Goleman rompe con el mito de la importancia del coeficiente intelectual a favor de la inteligencia emocional.
Las pruebas de inteligencia tradicionales (IQ) fueron proyectadas para evaluar la capacidad de procesar información y no la probabilidad de ser exitosos. Sí, el IQ tiene un papel importante, pero para Goleman, no es fundamental.